Fuente: aporrea.org
Autor: *Juan Antonio Hernández
Fecha de publicación: 05/03/10
"Quiero que los iraníes sepan que si yo soy presidenta, atacaremos a Irán (si éste ataca a Israel)," dijo Clinton en una entrevista en el programa "Good Morning America" de la cadena ABC. "En los próximos 10 años, durante los cuales sería tonto lanzar un ataque contra Israel, seríamos capaces de destruirlos totalmente," Hillary Clinton, 22 de abril de 2008, Reuters.
I
Irán es una nación esencial dentro del proceso de conformación de un mundo
multipolar. Esto no es, en lo absoluto, casual y se encuentra íntimamente
vinculado a su historia, una de las más extensas y ricas de la humanidad.
Es decir: tanto el territorio como la gente del actual Irán, desde los
orígenes mismos de la civilización, han tenido una enorme importancia
geopolítica.
Los restos arqueológicos más antiguos datan de unos 800.000 años de
antigüedad. A comienzos del tercer milenio antes de Cristo aparece, en el
territorio del actual Irán, el Imperio Elamita, uno de los diversos imperios
establecidos en este territorio. Durante el segundo milenio antes de Cristo
llegaron, desde el Asia Central, diversas oleadas de migraciones de pueblos
iranios que hablaban varios dialectos del Persa Antiguo, idioma emparentado
con el Avéstico y el Sánscrito de la India. Hacia mediados del siglo VII
antes de Cristo algunas tribus iranias, conocidas como los "medos", se
liberan de los asirios y establecen su poder en la región. Lo que sigue es
una vasta sucesión de reyes e imperios, de los que vale la pena destacar a
los dos Ciros quienes extendieron el poderío persa hasta el mar
Mediterráneo. Sus sucesores se apoderaron de Egipto y lucharon contra los
griegos por el control del Asia Menor, las costas del Mediterráneo y el
acceso al Mar Negro. Posteriormente aparece en la escena histórica Alejandro
Magno quien conquista el imperio persa y adopta las costumbres orientales. A
la muerte de Alejandro el territorio de la actual Irán pasa a formar parte
del Imperio Seléucida. Muy posteriormente ocurre la Conquista islámica de
Persia, entre los años 637 y 651 de nuestra era.
Todo lo anterior nos indica cómo, hace milenios, cuando en los territorios
de lo que hoy en día es Inglaterra y los Estados Unidos no existía nada
semejante a la civilización, este territorio, el territorio de la actual
república islámica de Irán, era uno de los más importantes centros de la
civilización humana.
Por ello, desde la perspectiva de la milenaria historia iraní, el
imperialismo norteamericano no es más que un breve accidente, lleno de
barbarie, dentro de la historia humana. Esto, por cierto, nos permite mirar
de otro modo las tristemente célebres tesis de Samuel Huntington sobre el
choque de civilizaciones. Pudiera decirse, efectivamente, que hay un choque,
un conflicto, entre las verdaderas civilizaciones, como la iraní, y los
verdaderos bárbaros, la barbarie capitalista, cuya más alta expresión se
encuentra, hoy por hoy, en sectores de la élite norteamericana. Enfrentada a
una gran civilización que tiene miles de años de antigüedad, encontramos esa
verdadera barbarie, ese salvajismo armado con los mayores instrumentos de
destrucción masiva que haya conocido la historia humana.
Reflexiones semejantes a la anterior llevaron a intelectuales críticos de
la modernidad capitalista como Michael Foucault a declararse solidarios con
la revolución islámica de 1979. En una serie de artículos, publicados desde
finales de 1978 hasta principios de 1979, Foucault elogió la gran
insurgencia del pueblo iraní contra el despotismo pro-Occidental de Reza
Pahlevi. Estos textos de Foucault, poco conocidos y debatidos, merecen ser
releídos, hoy por hoy, a la luz de las políticas agresivas de las élites
norteamericanas contra la revolución iraní.
He aquí una importante cita de Foucault sobre la revolución islámica:
"Uno se encuentra con Irán y su peculiar destino. En los orígenes de la
historia Persia inventó el Estado y le otorgó modelos basados en el Islam.
Sus administradores condujeron el Califato. Pero de este mismo Islam surgió
una religión que le dio a su pueblo infinitos recursos para resistir al
poder. (…) Para la gente que habita esta tierra lo que es verdaderamente
importante de encontrar, aún a costa de sus propias vidas, es esa
posibilidad que nosotros hemos olvidado desde el Renacimiento y la crisis
del Cristianismo: la posibilidad de una espiritualidad política". Octubre,
1978.
II
A partir de la revolución de 1979 Irán ha estado a la vanguardia de la
lucha contra el imperialismo y de las más diversas formas neocoloniales de
dominación. Esto último nos lleva a recordar que la revolución iraní fue la
única del siglo XX que no tuvo sus raíces en el proyecto de la Ilustración
europea. Este dato (el cual, en sí mismo, constituye un desafío a la
arrogancia de Occidente) nos muestra la radicalidad de esta revolución, el
intento de las masas y de los líderes iraníes de encontrar un camino
distinto al de la modernidad pensada desde Occidente. ¿Existe una sola
modernidad o existen múltiples maneras de ser modernos? En la búsqueda de
una modernidad específicamente islámica se encuentra, en nuestra opinión,
uno de los aportes más importantes de la revolución iraní a los pueblos del
mundo.
Esta es una parte fundamental de la singularidad de la revolución islámica
en Irán. Frente al capitalismo occidental que, bajo el pretexto de alcanzar
la modernidad, despoja a la vida humana de su sentido trascendente,
convirtiendo a los seres humanos en meros instrumentos de la acumulación de
dinero, Irán, con su revolución islámica, expresa la noble búsqueda de una
vida más plena, más integrada a valores que otorguen dignidad al hombre
sobre la tierra.
La vasta tradición de la filosofía política islámica ha sido, sin duda, una
de las corrientes que condujo a la gran revolución iraní. La tradición de
pensadores como Al Farabi quien vivió, aproximadamente, entre los años 870 y
950 de nuestra era y cuya alta reflexión teórica le hizo ser considerado por
el mundo islámico como el "segundo maestro" después de Aristóteles. Al
Farabi hizo importantes contribuciones en campos como las matemáticas, la
medicina y la música. Pero es en el de la filosofía donde es realmente
venerado. En ese campo vale la pena destacar su intento de reconciliar la
razón con la religión y, basándose en ese punto de partida, intentar
construir una sociedad ideal orientada hacia el logro de la "verdadera
felicidad". La función del pensador, del intelectual, para Al Farabi, es
ayudar a establecer una sociedad virtuosa donde dicha felicidad sea posible.
La teología de la liberación en América Latina y la revolución islámica en
Irán muestran importantes puntos de coincidencia en la búsqueda de
alternativas a la modernidad capitalista y a la profunda alienación, al
vaciamiento de sentido, que esta produce en los seres humanos.
No es casual que estas dos búsquedas de una "espiritualidad política" (para
recordar el concepto de Foucault) tengan sus orígenes en regiones del mundo
que han sido sometidas a una larga historia de explotación imperialista.
Leer los textos sagrados desde una perspectiva que busca alternativas al
mundo del dinero y de la corrupción es uno de los puentes que existen entre
los teólogos cristianos de la liberación y los sabios intérpretes del Corán
que han liderado la revolución islámica.
(Continúa)